jueves, 19 de mayo de 2011

Las versiones mas populares de la biblia

Esta pagina esta super completa si necesitas ver varias versiones de la biblia, encontrar distintos comentarios biblicos, diccionarios, enciclopedias, presentacion de evangelios paralelos, imagenes biblicas. Si deseas realizar un estudio biblico para misiones, iglesias, grupo de jovenes, etc.
Entre las versiones de la biblia que podras encontrar estan:
La Biblia de las Américas (© 1997 Lockman)
La Nueva Biblia de los Hispanos (© 2005 Lockman)
Reina Valera Gómez (© 2010)
Reina Valera (1909)
Sagradas Escrituras (1569)
Nueva version internacional (Ingles)
Entre otros

La pagina se llama biblia paralela, espero que la disfruten
 
  





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lunes, 25 de abril de 2011

CORAZON DE CABALLERO (Editorial de Dante Gebel)

Corazón de caballero

-Algún día seré un caballero del rey -dice el niño rubio, mientras observa un desfile militar.
-¡Ja, ja, ja! ¿Un caballero? ¡El hijo de un techador quiere ser un caballero! -se burla un vecino algo viejo y molesto por los sueños de un niño demasiado ambicioso- sería más fácil cambiar las estrellas, antes que seas un caballero.
El niño siente la daga del sentido común que lo atraviesa. La lógica dice que él no tiene sangre de nobleza, ya lo dijo el vecino: Es el hijo de un techador, apenas un reparador de goteras.
Sin embargo tiene una esperanza, débil, pero esperanza al fin. Es el boxeador que perdió en cada asalto, pero se juega un round más. Es el corredor que se dobla el tobillo faltando cincuenta metros para la meta, pero se reincorpora otra vez.
-¿Podré algún día cambiar las estrellas? -pregunta a su padre.
-Siempre que quieras, podrás cambiar tu estrella -responde el sabio techador.
El film se titula "Corazón de caballero" y narra la historia de alguien que logró cambiar su destino, trastocó la lógica, se peleó con el sentido común. Debió ser techador, pero prefirió anhelar ser caballero. Se enroló en los combates como si fuese un noble, logró tantas victorias, que para cuando descubren que no tiene sangre de nobleza, ya es demasiado popular, demasiado campeón. Y un rey le otorga el verdadero título al mérito. Un corazón de león que cambia su futuro aunque esté "muerto".
Puedes cambiar tu estrella.

-Ustedes pueden impedir que yo sea médico -les dice Patch Adams a toda una comisión de importantes doctores- pueden botarme de la facultad de medicina. Pueden negarme el diploma. Pero yo seré médico en mi corazón. No pueden quebrar mi voluntad, no pueden detener a un huracán. Siempre estaré ahí. Ustedes deben elegir si desean tener un colega... o una espina clavada en el pie.
Los médicos escuchaban aturdidos al aspirante, que en pocos meses, con métodos poco ortodoxos como el humor, o la contención afectiva de los pacientes, había logrado sanar a mucha gente. Otra vez el mismo denominador: No eres noble, eres techador. Pero no se puede quebrar al que está decidido a cambiar su estrella, y Patch Adams, llega a ser uno de los especialistas más reconocidos del mundo, fundando su propio centro asistencial, que luego se extendería a todo el planeta, con una terapia que revolucionaría al doctorado mundial.
¿Quieres oír una historia aun más fascinante? ¿Qué opinas acerca de sentarte en una cómoda butaca de cine y deleitarte con el largometraje que se perdieron de filmar los mejores guionistas de Hollywood? Siéntate y observa.
El hombre espera en la quietud de la celda. Una molesta gotera golpea sobre la áspera piedra. El calor es agobiante y denso, pero a esta altura de las circunstancias, la temperatura es lo que menos importa. Las moscas lo invaden todo sin piedad, pero no tiene sentido espantarlas; al fin y al cabo, pueden llegar a ser la única compañía digna de apreciar. Los demás presos observan al hombre con recelo. Acechan. Para ser honesto, los últimos meses fueron pésimos para el callado prisionero. Sus hermanos lo odian con todo el alma y le tendieron una trampa; una clásica rencilla familiar que terminó en tragedia, en viejos rencores arraigados.
El hombre es apenas la sombra de aquel muchacho que solía lucir un impecable traje de marca italiana, con un delicado toque de perfume francés. Ahora viste harapos, una suerte de taparrabo. Se comenta en la celda, que está marcado por la desgracia. Pudo haber sido libre, llegó a trabajar como mayordomo para un importante magnate. Pero los comentarios afirman que quiso propasarse con la bellísima mujer del millonario. En su momento, negó la acusación, pero "no pretenderá que creamos que fue ella quien lo acosó sexualmente", opinan.
"Si fuese como él dice, debió haberse acostado con ella", afirma un viejo recluso apodado "el griego", "una noche de lujuria le habrían otorgado su pasaporte a la libertad".
El misterioso hombre sigue recostado sobre una de las paredes sucias de la prisión. Parece que supiera algo que los demás ignoran. Como si tuviese un hábil abogado que apelará su condena, o como si presintiese que la muerte está cerca y le aliviará tanto dolor injusto. Sonríe en silencio, sin alboroto. Técnicamente está muerto, sin esperanza. Pero ya no siente el calor ni le molestan los grilletes. Es como si pudiese ver tras los enmohecidos muros de la celda. Los demás presumen que está al borde de la locura. Pero el hombre espera como aquel que sabe que aún puede cambiar su estrella. Toma la celda como parte del plan, como el último escalón hacia el destino.
Las chirriantes puertas de acero se abren de golpe y dos guardias entran en escena. Buscan al hombre. Unos de los guardias tiene una voz gutural: "Faraón quiere verte, ha tenido un sueño y dicen que tú sabes revelarlos".
El prisionero no se sorprende. Sube los peldaños que lo alejarán para siempre de la celda, en silencio.
Reclusos, observen la espalda de este hombre, contémplenlo mientras se aleja. Si tienen la fortuna de estar vivos, la próxima vez que lo vean, lo encontrarán con vestimenta de rey, lucirá como Faraón. El magnate maldecirá haberlo despedido. La mujer confesará que lo acusó por despecho, injustamente. Y su familia se arrojará ante él, para implorarle misericordia. Los presos lo convertirán en leyenda.
"Yo lo conocí cuando era un don nadie, y se sabía que iba a llegar lejos, siempre lo supe", alardeará y mentirá "el griego".
José gobernará la nación, ocupará el sillón presidencial y administrará los graneros de Egipto. Aprenderá a ganar, experimentará el sabor de la victoria.
Puedes cambiar tu estrella.

Solo necesitas seguir entero por dentro, con espíritu inquebrantable. Con corazón de león. Y tomar desprevenidos a los fotógrafos que solo se dedican a observar las primeras figuras. Los comentaristas y las comisiones de ética opinarán que no se explican de dónde pudiste haber salido, no tienes trayectoria, estabas muerto. Ellos esperan que se incendie un ciprés, pero arde la zarza. La lógica sostiene que mueras como un pescador de un remoto Capernaúm, pero sanas enfermos con la sombra. Colocan las cámaras y los móviles de televisión para hacer una gran transmisión satelital desde el palacio, pero el rey decide nacer en un establo.

"Ustedes pueden negarme un diploma del seminario bíblico. Pueden impedir que sea un predicador con credenciales, pero seré predicador en el corazón. No pueden quebrar mi voluntad, no pueden detener a un huracán. Siempre estaré allí. Ustedes deben elegir, si desean un predicador colega... o una espina clavada en el pie".
Estoy seguro de que los compañeros de secundaria que me apodaron y se burlaban de mi raquítica humanidad, no relacionan a aquel "Muerto" con el hombre de hoy. De hecho, uno de ellos, ya con treinta años de edad, conoció a Cristo en una de mis cruzadas multitudinarias en el estadio River Plate y jamás sospechó que él fue el compañero de banco del predicador de esa noche.
"Conocí a un Gebel en la secundaria", le confesó a su esposa esa misma noche, "se llamaba igual que Dante Gebel, el pastor de los jóvenes, pero aquel era un idiota".
No lo culpes. Cuando no eres popular y te destrozaron la estima, solo se te recuerda al repasar un viejo anuario, en una foto amarillenta. El infeliz del penúltimo banco.
Dos semanas después de aquella cruzada, cuando se dio cuenta que aquel idiota era el mismo que había predicado ante sesenta mil jóvenes y le presentó a Cristo, se sintió como uno de los hermanos de José.

Ahora, detente un momento.
Tal vez no me expresé bien: no te pedí un poco de atención, quiero toda tu atención.
Obsérvame con cuidado.
Techador.
Esclavo.
Acomplejado.
Preso en la oscura celda del complejo.
Sentenciado por el dedo huesudo de un líder sin piedad.
Quiero que entiendas lo que voy a decirte. Cierra tu puño con fuerza porque vas a cambiar tu herencia. Aún me recuerdas a mí cuando tenía quince años; no dije que cerraras un poco la mano, dije: Cierra tu puño con fuerza hasta que casi sientas que puedes clavarte las uñas en la palma. Tengas quince años... o cincuenta.
Nunca olvides estas palabras: tienes corazón de caballero, posees la llama sagrada. La espada del Gran Rey se posa sobre tu hombro derecho y ha de cambiar tu futuro para siempre.
Ahora, escucha las palabras del Rey.
Una por una.
Mastícalas, digiérelas.
Memorízalas para siempre.
Transfórmalas en tu lema, tu escudo de nobleza:
Puedes cambiar tu estrella.

Dante Gebel
Adaptado de "El código del Campeón"
(Editorial Vida-Zondervan)
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SOMOS UNO (DISCO)

Generacion 12 – Somos Uno (2011) Disco Completo


Navegando encontre este album en la pagina de libreria Nazareth, es el lanzamiento de su nueva produccion hecha en Abril contando con la participacion de ROJO. Estos son los titulos, son canciones totalmente para adorar, no lo he escuchado personalmente pero a peticion lo coloco, asi que espero sus comentarios para saber que tal es

01 Me Apasionas
02 Me Escojiste
03 Bajo Control
04 Somos Uno
05 Mi Manantial
06 Eres Santo
07 Vengo A Ti
08 Darte Gracias
09 Cantare
10 Dare Todo Por Tí
11 Quiero Mas
12 Eres Mi Canción
13 Me vuelvo A Ti
14 A Tus Pies
15 Vives En Mi

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jueves, 14 de abril de 2011

VIAJE A LAS ESTRELLAS (DISCO 2011)

El ultimo album de Tercer cielo un pequeño aporte para aquellos que desean escuchar la nueva produccion de 12 canciones para edificar el alma. Solo marcate  como seguidor del blog (columna derecha del blog) y recibiras en tu correo el link para descargarlo completamente gratis
01. Amor Real
02. Tu Amor No Es De Este Mundo
03. Lindo Viaje
04. Final Del Camino
05. El Cielo Es El Limite
06. Estare
07. El Poder De Un Lo Siento
08. Asi Es El Amor
09. En El Justo Momento
10. Junto A Mi
11. Un Dia Mejor
12. Mas Que Vencedor
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lunes, 6 de septiembre de 2010

CORAZON DE CABALLERO (Editorial de Dante Gebel)

-Algún día seré un caballero del rey -dice el niño rubio, mientras observa un desfile militar.
-¡Ja, ja, ja! ¿Un caballero? ¡El hijo de un techador quiere ser un caballero! -se burla un vecino algo viejo y molesto por los sueños de un niño demasiado ambicioso- sería más fácil cambiar las estrellas, antes que seas un caballero.
El niño siente la daga del sentido común que lo atraviesa. La lógica dice que él no tiene sangre de nobleza, ya lo dijo el vecino: Es el hijo de un techador, apenas un reparador de goteras.
Sin embargo tiene una esperanza, débil, pero esperanza al fin. Es el boxeador que perdió en cada asalto, pero se juega un round más. Es el corredor que se dobla el tobillo faltando cincuenta metros para la meta, pero se reincorpora otra vez.
-¿Podré algún día cambiar las estrellas? -pregunta a su padre.
-Siempre que quieras, podrás cambiar tu estrella -responde el sabio techador.
El film se titula "Corazón de caballero" y narra la historia de alguien que logró cambiar su destino, trastocó la lógica, se peleó con el sentido común. Debió ser techador, pero prefirió anhelar ser caballero. Se enroló en los combates como si fuese un noble, logró tantas victorias, que para cuando descubren que no tiene sangre de nobleza, ya es demasiado popular, demasiado campeón. Y un rey le otorga el verdadero título al mérito. Un corazón de león que cambia su futuro aunque esté "muerto".
Puedes cambiar tu estrella.

-Ustedes pueden impedir que yo sea médico -les dice Patch Adams a toda una comisión de importantes doctores- pueden botarme de la facultad de medicina. Pueden negarme el diploma. Pero yo seré médico en mi corazón. No pueden quebrar mi voluntad, no pueden detener a un huracán. Siempre estaré ahí. Ustedes deben elegir si desean tener un colega... o una espina clavada en el pie.
Los médicos escuchaban aturdidos al aspirante, que en pocos meses, con métodos poco ortodoxos como el humor, o la contención afectiva de los pacientes, había logrado sanar a mucha gente. Otra vez el mismo denominador: No eres noble, eres techador. Pero no se puede quebrar al que está decidido a cambiar su estrella, y Patch Adams, llega a ser uno de los especialistas más reconocidos del mundo, fundando su propio centro asistencial, que luego se extendería a todo el planeta, con una terapia que revolucionaría al doctorado mundial.
¿Quieres oír una historia aun más fascinante? ¿Qué opinas acerca de sentarte en una cómoda butaca de cine y deleitarte con el largometraje que se perdieron de filmar los mejores guionistas de Hollywood? Siéntate y observa.
El hombre espera en la quietud de la celda. Una molesta gotera golpea sobre la áspera piedra. El calor es agobiante y denso, pero a esta altura de las circunstancias, la temperatura es lo que menos importa. Las moscas lo invaden todo sin piedad, pero no tiene sentido espantarlas; al fin y al cabo, pueden llegar a ser la única compañía digna de apreciar. Los demás presos observan al hombre con recelo. Acechan. Para ser honesto, los últimos meses fueron pésimos para el callado prisionero. Sus hermanos lo odian con todo el alma y le tendieron una trampa; una clásica rencilla familiar que terminó en tragedia, en viejos rencores arraigados.
El hombre es apenas la sombra de aquel muchacho que solía lucir un impecable traje de marca italiana, con un delicado toque de perfume francés. Ahora viste harapos, una suerte de taparrabo. Se comenta en la celda, que está marcado por la desgracia. Pudo haber sido libre, llegó a trabajar como mayordomo para un importante magnate. Pero los comentarios afirman que quiso propasarse con la bellísima mujer del millonario. En su momento, negó la acusación, pero "no pretenderá que creamos que fue ella quien lo acosó sexualmente", opinan.
"Si fuese como él dice, debió haberse acostado con ella", afirma un viejo recluso apodado "el griego", "una noche de lujuria le habrían otorgado su pasaporte a la libertad".
El misterioso hombre sigue recostado sobre una de las paredes sucias de la prisión. Parece que supiera algo que los demás ignoran. Como si tuviese un hábil abogado que apelará su condena, o como si presintiese que la muerte está cerca y le aliviará tanto dolor injusto. Sonríe en silencio, sin alboroto. Técnicamente está muerto, sin esperanza. Pero ya no siente el calor ni le molestan los grilletes. Es como si pudiese ver tras los enmohecidos muros de la celda. Los demás presumen que está al borde de la locura. Pero el hombre espera como aquel que sabe que aún puede cambiar su estrella. Toma la celda como parte del plan, como el último escalón hacia el destino.
Las chirriantes puertas de acero se abren de golpe y dos guardias entran en escena. Buscan al hombre. Unos de los guardias tiene una voz gutural: "Faraón quiere verte, ha tenido un sueño y dicen que tú sabes revelarlos".
El prisionero no se sorprende. Sube los peldaños que lo alejarán para siempre de la celda, en silencio.
Reclusos, observen la espalda de este hombre, contémplenlo mientras se aleja. Si tienen la fortuna de estar vivos, la próxima vez que lo vean, lo encontrarán con vestimenta de rey, lucirá como Faraón. El magnate maldecirá haberlo despedido. La mujer confesará que lo acusó por despecho, injustamente. Y su familia se arrojará ante él, para implorarle misericordia. Los presos lo convertirán en leyenda.
"Yo lo conocí cuando era un don nadie, y se sabía que iba a llegar lejos, siempre lo supe", alardeará y mentirá "el griego".
José gobernará la nación, ocupará el sillón presidencial y administrará los graneros de Egipto. Aprenderá a ganar, experimentará el sabor de la victoria.
Puedes cambiar tu estrella.

Solo necesitas seguir entero por dentro, con espíritu inquebrantable. Con corazón de león. Y tomar desprevenidos a los fotógrafos que solo se dedican a observar las primeras figuras. Los comentaristas y las comisiones de ética opinarán que no se explican de dónde pudiste haber salido, no tienes trayectoria, estabas muerto. Ellos esperan que se incendie un ciprés, pero arde la zarza. La lógica sostiene que mueras como un pescador de un remoto Capernaúm, pero sanas enfermos con la sombra. Colocan las cámaras y los móviles de televisión para hacer una gran transmisión satelital desde el palacio, pero el rey decide nacer en un establo.

"Ustedes pueden negarme un diploma del seminario bíblico. Pueden impedir que sea un predicador con credenciales, pero seré predicador en el corazón. No pueden quebrar mi voluntad, no pueden detener a un huracán. Siempre estaré allí. Ustedes deben elegir, si desean un predicador colega... o una espina clavada en el pie".
Estoy seguro de que los compañeros de secundaria que me apodaron y se burlaban de mi raquítica humanidad, no relacionan a aquel "Muerto" con el hombre de hoy. De hecho, uno de ellos, ya con treinta años de edad, conoció a Cristo en una de mis cruzadas multitudinarias en el estadio River Plate y jamás sospechó que él fue el compañero de banco del predicador de esa noche.
"Conocí a un Gebel en la secundaria", le confesó a su esposa esa misma noche, "se llamaba igual que Dante Gebel, el pastor de los jóvenes, pero aquel era un idiota".
No lo culpes. Cuando no eres popular y te destrozaron la estima, solo se te recuerda al repasar un viejo anuario, en una foto amarillenta. El infeliz del penúltimo banco.
Dos semanas después de aquella cruzada, cuando se dio cuenta que aquel idiota era el mismo que había predicado ante sesenta mil jóvenes y le presentó a Cristo, se sintió como uno de los hermanos de José.

Ahora, detente un momento.
Tal vez no me expresé bien: no te pedí un poco de atención, quiero toda tu atención.
Obsérvame con cuidado.
Techador.
Esclavo.
Acomplejado.
Preso en la oscura celda del complejo.
Sentenciado por el dedo huesudo de un líder sin piedad.
Quiero que entiendas lo que voy a decirte. Cierra tu puño con fuerza porque vas a cambiar tu herencia. Aún me recuerdas a mí cuando tenía quince años; no dije que cerraras un poco la mano, dije: Cierra tu puño con fuerza hasta que casi sientas que puedes clavarte las uñas en la palma. Tengas quince años... o cincuenta.
Nunca olvides estas palabras: tienes corazón de caballero, posees la llama sagrada. La espada del Gran Rey se posa sobre tu hombro derecho y ha de cambiar tu futuro para siempre.
Ahora, escucha las palabras del Rey.
Una por una.
Mastícalas, digiérelas.
Memorízalas para siempre.
Transfórmalas en tu lema, tu escudo de nobleza:
Puedes cambiar tu estrella.

Dante Gebel
Adaptado de "El código del Campeón"
(Editorial Vida-Zondervan)
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jueves, 19 de agosto de 2010

CAMPEONES (Editorial de Dante Gebel)

Todo o nada. El pugilista sube al cuadrilátero sabiendo que podría ser su última pelea. Se juega mucho más que el cinturón, que ahora es apenas un símbolo de su consagración como campeón del mundo. Se juega la reputación, su vida, el futuro. Sabe que tiene que subir a pegar, y volver a pegar. No puede escatimar esfuerzos a la hora de golpear. Es que, por si no lo sabían, el campeón no está jugando. Un knock out (K.O) en este momento de su carrera, lo dejaría mucho más abajo que en la lona. Lo empujaría al olvido. Faltan veinte segundos para que suene la campana. El boxeador está en su punto sin retorno. No puede perder.

El goleador respira. Una multitud grita desaforadamente entre vítores e insultos. El jugador está quieto frente al agazapado arquero. Faltan veinte segundos para patear el penal. En otro momento podría errarlo y sólo sería una anécdota del Fútbol amateur, pero ahora no juega con esa posibilidad. No cuenta con ese lujo. Juega en primera división y en un mundial. No puede fallar, no se puede equivocar, no hay margen de error en las ligas mayores. Los cien mil espectadores parecieran moverse en cámara lenta. El no está jugando un partido. Esto ya no es un deporte donde lo importante era competir. Se juega un contrato Europeo millonario. Su pase al futuro asegurado. No puede patear mal. Es todo o nada. Lo difícil no es llegar, sino mantenerse. Si el boxeador cae, se levantará de la lona, pero no del prestigio. Si el jugador no convierte el gol, maldecirá sobre el césped, pero alguien más romperá un contrato sin firmar.

Salvando las distancias, es la misma presión que sentimos al publicar cada número de nuestra revista. Hace un año comenzamos con el sueño de convertirnos en una alternativa potable para la juventud. Trabajamos duro para lograr una edición única cada vez. Ponemos todo para el mejor público que nos espera ansiosos. Y unos minutos antes que la revista salga de imprenta, sentimos lo del boxeador. O los segundos previos al penal. A diferencia de los dos ejemplos, no estamos cuidando nuestro prestigio o un contrato millonario, sino algo mucho más importante: la responsabilidad y el compromiso ante Dios de dar lo mejor. Quisimos jugar en las ligas mayores, y hoy, estamos saliendo en gran parte de Latinoamérica. Eso nos produce un profundo respeto por los miles de lectores y por saber si estamos dando lo mejor. Cuidamos el diseño, las fotos, los informes y cada nota.

No hay una sola frase al azar. No ponemos rellenos o notas de color. Cada página tiene que tener algo para decir, en lugar de solo decir algo. Seleccionamos sólo lo mejor y escribimos cada nota como nos hubiese gustado que nos hablaran a nosotros. Salimos a la calle, como si fuese el último número. Donde hay que ponerlo todo. Cada edición es premium, cada número tiene que ser de lujo. El equipo trabaja como si se jugaran un título. Durante más de un mes, están investigando, viendo lo que pega, consiguiendo información, seleccionando los mejores libros, para que a la hora de salir de imprenta, sepamos que lo dimos todo. No sabemos si lo estamos logrando, pero de igual manera, no podemos caer en la lona o errar el penal.

Esto, es un mundial, y ya dejó de ser un deporte. Es una guerra contra el enemigo, y no una simple lucha de novatos. Gracias, estimado Zelote, por ser un fiel lector y por el incondicional apoyo en cada número. Gracias por la amistad y la confianza. Por las críticas y los halagos. Esta, más que nunca, es una revista para campeones, para los verdaderos campeones de lo eterno. Ah...olvidé decirte que sólo faltan veinte segundos para comenzar a leerla. Que disfrutes el gol.

Dante Gebel, especial por la edición Platinum de Generación Z
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viernes, 14 de mayo de 2010

UN SIMPLE JUEGO DE AJEDREZ (Editorial de Dante Gebel)


Por Dante Gebel
El hombre espera en la quietud de la celda. Una molesta gotera golpea sobre la piedra. El calor es agobiante y denso, pero la temperatura es lo que menos importa. Las moscas lo invaden todo sin piedad, pero no hay cómo espantarlas, al fin y al cabo, pueden llegar a ser la única compañía agradable. Los demás presos observan al hombre con recelo. Acechan. Para ser sinceros, los últimos meses fueron pésimos para el callado prisionero. Sus hermanos lo odiaron con toda el alma, y le tendieron una traicionera trampa.
El hombre ya no recuerda dónde quedó aquel traje de marca que solía usar los domingos, acaso haya sido su estilizada vestimenta lo que originó tanto celo familiar. Ahora viste harapos, o una suerte de taparrabo. Se comenta en la celda, que hasta hace poco trabajaba como mayordomo de un hombre millonario. Algunos dicen que quiso acostarse con la bella esposa del magnate. Otros afirman que fue otra acusación injusta. "No hace falta ser muy inteligente para saber que su vida está en bancarrota", -comenta en una voz casi imperceptible uno de los presos, apodado "El griego".
"Debió haberse acostado con ella -dice el viejo recluso- una noche de pasión y lujuria hubiese significado su pasaporte a la libertad". El hombre sigue recostado sobre una de las sucias paredes de la prisión. No escucha los comentarios. Sólo....sonríe. Parece que sabe algo que los demás ignoran. Como si tuviese un hábil abogado que apelará su condena, o como si supiese que su muerte está cerca y aliviará tanto dolor injusto. Sonríe en silencio, sin alboroto. Sonríe como si supiera que sólo se trata de un plan perfectamente delineado.
Es que el hombre se siente cada vez más cerca de su destino, y por alguna razón, lo percibe, es inminente. No siente el calor ni le molestan los grilletes. Es como si pudiese ver a través de los enmohecidos muros de la celda. Los demás presumen que está al borde de la locura, de perder el juicio cabal, "suele pasar", opinan. Pero el hombre espera como aquel que sabe que está a pocos minutos de la gran final. Y casi disfruta este tiempo. No maldice el calor ni la prisión, lo toma como parte del plan, de su último escalón al destino. Las chirriantes puertas de acero se abren de golpe, y dos guardias entran en escena. Buscan al hombre. Alguien hace una seña en dirección al sonriente prisionero. Uno de los guardias tiene una voz gutural: "El Rey ha tenido un sueño y nadie puede revelarle el significado, alguien le habló de que tú conoces estos misterios, el Rey quiere verte urgente".
El prisionero no se sorprende, como si alguien le hubiese dicho que esto ocurriría. No más injusticias, no más prisión, el tiempo del destino ha llegado. El hombre sube los peldaños que lo alejan de la celda, en silencio. Los demás presos sólo observan al hombre que supo entender que todo buen destino tiene su precio, y hay que pagarlo con una sonrisa. La próxima vez que los reclusos vean al hombre, lo encontrarán con vestimenta de rey. No será un prisionero, será Jefe de Estado. Un Faraón.
El magnate maldecirá haberlo despedido. La mujer confesará que lo acusó injustamente. Y su familia se arrodillará ante él para pedirle misericordia. Los presos lo transformarán en leyenda a través de los años. José ya no es un oscuro prisionero, ahora ocupa el sillón presidencial.
A Dios le encanta mover las piezas en Su ajedrez y sorprender. Y a veces, si el pequeño peón, entiende la jugada, en lugar de maldecir su presente, sonreirá en silencio, sabiendo que en cualquier instante, un simple movimiento del Maestro, puede transformarlo en un rey. Que disfrutes este tiempo de espera, sabiendo que tu destino está cerca. Sólo espera y sonríe.
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